Buffel grass, la pastura que permite adaptarse al clima
Se trata de una pastura megatérmica de origen africano utilizada en un campo de San Luis que se volvió un establecimiento ganadero modelo.
El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) sigue recorriendo el país de la mano de los productores ganaderos argentinos, con sus tradicionales Jornadas a Campo, que se volvieron el espacio propicio para conocer casos de éxito y peculiaridades productivas de cada región. En este caso, el encargado de abrir sus tranqueras fue Juan Carlos Boriosi, propietario del establecimiento La Monina, ubicado en la localidad de Pozo Hondo -departamento de Ayacucho-, en San Luis.
Su campo posee una superficie de 3.600 hectáreas, de las cuales unas 756 (el 21%) están roladas con la incorporación de buffel grass. Allí, las lluvias -de las que se toma registro desde octubre hasta marzo, por afectar directamente la producción primaria- alcanzaron los 485 milímetros en el último periodo, mientras que los números de promedio histórico alcanzan los 478 mm.
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Ante ese panorama Boriosi mantiene un sistema productivo básicamente de cría, con recría de reposición y recría de ventas. Todo el proceso productivo tiene como cadena forrajera tanto pastizal natural como pasturas de buffel grass, incorporadas a través del rolado.
¿QUÉ ES EL BUFFEL GRASS?
Se trata de una pastura megatérmica de origen africano que ha tenido toda una historia de mejoramiento genético, y que hace poco más de tres décadas ingresó a esa zona de la Argentina, una región semiárida que va de los 250 a 500 milímetros al año, explica Lisandro Blanco, del INTA La Rioja. La misma tiene alto crecimiento en verano, en los meses de lluvias, y resulta un complemento fundamental en los campos de monte para producción ganadera.
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Esto se da gracias a que se siembra en un porcentaje del campo y no como un reemplazo del pastizal natural sino como complemento, y permite hacer un manejo muy especial: hacer parición y servicio durante el final de la primavera y todo el verano, sobre el buffel grass; y todo el resto del año, hacerlo en pastizal natural.
Según explica el referente, esto trae muchos beneficios. En primer lugar, concentrar parición y servicio en estas pasturas que generalmente están cercanas a las aguadas. Además, se facilita el trabajo del hombre de campo, y hay muy baja pérdida de terneros entre nacimiento y destete. También remarca que hay un salto de productividad forrajera muy alto en esos sectores, donde generalmente está muy degradado el pastizal y se pasa de 300 a más de 2.000 kilos de materia seca en pocos años. Eso permite, por ejemplo, descansar todos los veranos el pastizal natural restante, mejorando su productividad.
Detrás de esto, claro, hay un costo. Sobre todo por la técnica de rolado y por la siembra. Eso implica que se hayan generado líneas de crédito para afrontar esa inversión, revela Blanco. Sin embargo, indicó que estas pasturas son perennes y hay ejemplos en la provincia de La Rioja en los que las mismas tienen más de una década, con escaso mantenimiento. Así, la alta inversión inicial se amortiza por la alta efectividad que tiene en la producción.