¿Dólar agro o tren fantasma?
Tres días en tinieblas. Precios que asustan. Algo tendrá que cambiar para movilizar al productor a liquidar la poca soja que ha obtenido esta campaña. El Banco Central no tiene resto.
El tren fantasma era un juego muy buscado en los viejos parques de diversiones. Quien se atrevía a recorrerlo iba de susto en susto, con creciente temor, asediado por personajes de dudosa buena voluntad. Es más o menos lo que le ha sucedido desde que comenzó la semana a quien tiene soja disponible.
Es probable que en el curso de este jueves todo vaya acomodándose, o no. Pero hasta última hora del miércoles el desconcierto reinaba entre los productores que se supone son el objeto final al que apunta un nuevo Programa de Incremento Exportador, popularmente conocido como Dólar soja III, ya que la oleaginosa es la que aporta el grueso de las divisas.
Sobre esta historia hay una serie de aspectos conocidos. Por un lado un gobierno que hizo casi todo mal y ahora trata de llegar a las elecciones como puede. En ese camino uno de los puntos espinosos es la situación del Banco Central, que no tiene reservas y solo consigue algo de oxígeno durante los periodos en que predomina el llamado dólar soja, billetes que por cierto se esfuman cada vez más rápidamente. Ponerse a salvo de una corrida en plena campaña electoral parece ser el objetivo supremo, y no se estaría consiguiendo del todo.
En los papeles se trata de un programa que mediante una paridad cambiaria un poco más realista -$300- respecto de la que propone el dólar oficial, busca fomentar la liquidación del agro y ganar así uno o dos meses más, como mucho, en el camino de evitar quedarse sin dólares. Funciona junto con severas restricciones a las importaciones, que van deteniendo la maquinaria productiva del país.
En la práctica el asunto no ha logrado poner primera. El balance cumplidos tres días de vida de esta propuesta determina muy pocas operaciones, producto más que nada de precios que estuvieron ausentes durante buena parte de ese tiempo, y que cuando aparecieron dejaron la impresión de ser parte de una fantasía. Mientras tanto los futuros de la soja se derrumbaron, con pérdidas para las posiciones cercanas de entre u$s 9 y u$s 12. Ningún acontecimiento del mercado global justifica semejante baja.
Quizás este mercado pretendió ponerse a tono con los precios ofrecidos este día. Hubo referencias a valores entre $ 93.000 y $ 95.000 (u$s 310 y u$s 316,67, respectivamente). Cuesta creerlo. Están a una distancia considerable de los $ 110.000 que podrían atraer al productor.
Es que después de las experiencias de septiembre y diciembre del año pasado el empresario del agro ha detectado donde está la trampa, y ya no lo engañan más. Bajo el brillo del valor más atractivo del dólar ofrecido, la cuenta en pesos no alcanza los números que sería razonable esperar. Y esta vez ni siquiera mejora lo que se venía obteniendo la semana pasada.
De la misma manera que se verificara en septiembre y diciembre últimos, hay una diferencia en dólares que no llega al productor; el precio en moneda dura es incluso inferior a lo que se cobraba antes de la implementación de este programa especial. Eso más allá de la idea de quedar ligado a una cuenta dólar linked y no tener acceso al MEP, que no lo entusiasma demasiado.
Por lo demás, en una economía desquiciada y con altísima inflación, el grano es el seguro de supervivencia a mediano plazo, y nadie va a rifarlo, aun en medio de una seca feroz y con la necesidad de pagar cuentas.
Y hay que sumar que el productor ya sabe que puede haber otros envíos de este tipo antes de que termine el año, lo cual limita la ansiedad. No desconoce asimismo que es el único recurso que sostiene al Banco Central. Por caso, en el segundo Dólar soja el sector exportador y aceitero terminó comprando por encima de su capacidad teórica de pago, exactamente al revés de lo ocurrido durante el primer Dólar soja, luego de que el productor se resistiera a convalidar los primeros precios que se ofrecieron.
Ahora, el economista Salvador Vitelli indica que la capacidad teórica de pago de la industria se encuentra en torno de los u$s 355, es decir unos $106.500, sujeto a condiciones de mercado. Actualizados, el promedio del Dólar soja I alcanza los $100.000, y el del Dólar soja II a $110.000. Como se observa, lo que se pide de mínima no es nada del otro mundo.
En el Rofex, en tanto, las expectativas devaluatorias coparon otra vez la escena. En cuanto al Banco Central, el tercer día de esta operatoria compró u$s 94 millones a $ 300, se pudo quedar con solo 2 millones de dólares y vendió u$s 92 millones a valor del dólar oficial. Implica una pérdida de $ 7.887 millones y una emisión diaria de: $ 8.487 millones. Y esto recién empieza.