Brasil asusta
Se estima que quedará muy cerca de los 400 millones de toneladas de granos en unos diez años. Y seguramente ya no necesitará importar demasiado trigo. La Argentina, en tanto, sigue enredada en gobiernos que solo ven al agro como la caja que sostiene sus excesos.
Se estima que quedará muy cerca de los 400 millones de toneladas de granos en unos diez años. Y seguramente ya no necesitará importar demasiado trigo. La Argentina, en tanto, sigue enredada en gobiernos que solo ven al agro como la caja que sostiene sus excesos.
Mientras nuestro país se debate en un contexto macroeconómico cada vez más complicado, con producciones agrícolas planchadas por años de intervencionismo y desmanejos hacia el sector, el vecino apunta a dejarnos cada vez más atrás en la carrera.
Del otro lado de la frontera los distintos gobiernos, incluso los populistas, siguen poniéndole fichas al campo. El mismísimo Lula acaba de habilitar un demoledor paquete de USD 75 mil millones para financiar la campaña 2023/24. Incluso en Chicago tomaron nota del tema; los estadounidenses vienen perdiendo con Brasil, pero no por la indolencia de sus gobernantes, como sucede en la Argentina.
¿Hasta dónde puede crecer el agro brasileño en los próximos años? El estudio denominado "Proyecciones de Agronegocios", realizado por la Secretaría de Política Agropecuaria del Ministerio de Agricultura y Ganadería (Mapa) en alianza con la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), reveló datos que habría que ir tomando muy en serio.
Según surge del documento, al agro del socio mayoritario del Mercosur está a punto de experimentar una fase de crecimiento exponencial en los próximos diez años. El país debería alcanzar la impresionante marca de 390 millones de toneladas en la cosecha 2032/2033, un aumento del 24,1% en comparación con las cifras actuales.
Tamaño volumen se sustenta en un crecimiento del área sembrada y la productividad, apoyada en una intensificación de las inversiones en investigación, con el objetivo de desarrollar nuevas tecnologías y prácticas agronómicas más eficientes. En boca de otros sonarían como palabras de compromiso, meramente voluntaristas, pero dichas por los brasileños hay que tomarlas muy en serio.
El estudio prevé un aumento desde los actuales 77,5 millones de hectáreas hacia unos 92,3 millones de hectáreas por cultivar en 2032/33. La soja, el maíz safrinha y el algodón liderarán el crecimiento del agro brasileño. Los cálculos para el poroto lo ubican en contundentes 186,7 millones de toneladas en 2032/33, un aumento del 20,6 % en comparación con las cifras actuales. Brasil aspira a explicar para entonces el 60% de las exportaciones mundiales de soja.
Curiosamente, el estudio entiende que en el futuro Brasil y Estados Unidos dominarán las exportaciones mundiales de maíz, con una participación del 30% cada uno. Para el algodón, en tanto, la producción de fibra debería llegar a 3,6 millones de toneladas en diez años, un aumento del 26,8%.
Además del crecimiento de la agricultura las proyecciones revelan asimismo un aumento considerable en la producción de carne (bovino, cerdo y pollo). Las carnes de ave y cerdo liderarán la movida, con tasas del 28,1% y 23,2%, respectivamente, seguidas de la carne vacuna con una previsión de incremento del 12,4%.
La nueva frontera agrícola tendrá características definidas. Un trabajo de Embrapa revela que las mejores áreas para la producción de granos en Brasil ya están en uso. Si bien los avances ahora serán menos explosivos, aún queda mucho por explorar sin caer en la necesidad de deforestar y con índices de productividad satisfactorios.
Dentro del Cerrado, se estima que Brasil tiene más de 60 millones de hectáreas de pastos, con cerca del 60% de estos espacios aptos para el sistema integrado cultivo-ganadería. Significa incluir dentro del contexto de la producción de granos aproximadamente 35 millones de hectáreas de un área que actualmente se encuentra degradada y de muy baja productividad. Así, la superficie sojera podría llegar a casi 80 millones de hectáreas.
El problema, sin embargo, es que gran parte de esta zona tiene suelos arenosos, baja fertilidad natural, reducida capacidad de almacenamiento de agua y nutrientes y alta probabilidad de erosión. El contexto es desafiante. La apuesta en estos casos es a la integración de cultivos y ganado en un sistema en siembra directa.
Además de incorporar la hacienda al esquema, el productor puede optar por aumentar el contenido de materia orgánica en el suelo arenoso con la inclusión de gramíneas tropicales perennes, como brachiaria y panicum, como cultivos de servicio tal cual o mediante el aprovechamiento con los animales.
Habrá que ver cómo evolucionan los números en las temporadas venideras. Por caso, esta ha sido una campaña con sobreabundancia de producción para la gruesa, con una demanda que no estuvo a la altura. Había temores concretos respecto a una posible caída de área para 2023/24, pero los costos se han acomodado, básicamente por menores precios de los fertilizantes, y todo ha vuelto a encaminarse. Al menos es lo que parece.
Paralelamente Brasil se ha puesto a tiro del autoabastecimiento en el caso del trigo, y le ha echado el ojo a la colza, la tercera oleaginosa más producida en el planeta. Del mismo modo que hizo con el cereal, ha desarrollado una colza tropical adaptada a las condiciones del Cerrado. Desde 2021 ya hay productores sembrando esta variedad con fines comerciales.
Se supone que en cinco años el país debería producir 1,4 millones de toneladas de colza, lo que permitiría satisfacer la demanda interna y comenzar a exportar. La idea es producir colza en la llamada temporada baja, entre siembras de soja, sin ampliar el área destinada a la agricultura.
La evolución de Brasil parece un tema para analizar por parte de las autoridades argentinas del rubro. Buscar estrategias y acuerdos especiales para al menos seguir vendiéndoles trigo en volúmenes aceptables.
Da para pensar además hasta qué punto la aplanadora verdeamarilla puede deprimir los precios de soja y maíz en el futuro. Queda claro que en tanto los gobiernos argentinos persistan en la exacción que los lleva a quedarse con el grueso de los recursos económicos del productor, pocas chances habrá de mantenerse competitivo con un vecino como este.