Editorial

El riesgo de perder de vista lo que pasa en el mundo

Todo indicaría que el próximo año traerá definiciones para el valor de los granos en función de la probable resolución de cuestiones geopolíticas y económicas de alto peso. Que el árbol no impida ver el bosque.

Claudio Gianni
14 de Noviembre de 2022

Todo indicaría que el próximo año traerá definiciones para el valor de los granos en función de la probable resolución de cuestiones geopolíticas y económicas de alto peso. Que el árbol no impida ver el bosque.

El productor argentino vive envuelto en una batalla cotidiana para evitar que el zafarrancho macroeconómico imperante y el espíritu intervencionista del gobierno se lleven puesta su empresa y con ella años de trabajo. Cobra una porción muy modesta de lo que perciben uruguayos y brasileños, y a diferencia de ellos tiene que mantenerse a flote en un ambiente fuertemente impredecible.

Concentrados en esta pelea por la supervivencia, muchas veces se pierde de vista que el del agro es un negocio global, inserto en escenario que condiciona los precios más allá de las cuestiones locales. No estamos solos en el planeta agrícola y nos caben las generales de la ley.

Como es de imaginar el agroempresario argentino deberá decidir en 2023 qué hacer con su trigo -lo poco que pueda rescatar, si es que algo consigue salvar-, su maíz y su soja. Más allá de las sorpresas que pueda deparar el ámbito local, fronteras afuera podría ser un año de definiciones fuertes. De ahí que quienes operan en países mínimamente serios van proyectando escenarios de mediano plazo y tomando medidas. En la Argentina, lamentablemente, el mediano plazo es una semana, con suerte y buena voluntad. No mucho más.

¿Qué cosas pueden cambiar en el negocio global que deberían tener consecuencias sobre los precios? En principio todos saben que Chicago queda en Estados Unidos, y que este mercado se toman muy en serio las cuestiones inherentes a este país. Los fondos ponen fichas en Wall Street y también en la Ciudad de los Vientos; hay un vínculo estrecho entre ambos mercados.

Y la nación de las barras y las estrellas está en una pelea a cara de perro contra la inflación, llevada adelante no por un secretario de Comercio como sucede en ciertos países subdesarrollados sino por su banco central, es decir, la poderosa e independiente Reserva Federal.

Llevamos meses yendo y viniendo con el tema, con los precios de los granos relativamente estancados porque la fortaleza del dólar no les da tregua. Y los músculos que ha conseguido la divisa obedecen básicamente a la política de tasas de la Fed. Otro contexto nacerá para los granos si la entidad alcanza sus objetivos en materia de reducción de la inflación y deja de apalancar al dólar. Es tal la enjundia puesta en la tarea -aquí se habla de desatender el tema para alentar a la Selección en el Mundial- que probablemente veamos algún cambio en 2023, y ahí comenzará otra historia.

El segundo hecho que puede impactar en las cotizaciones, sobre todo de los cereales, se vincula con el Mar Negro. No es descabellado pensar que en algún momento del año próximo pueda llegarse a alguna clase de acuerdo entre Rusia y Ucrania, o bien Putin rendirse ante tanta pérdida material y humana y el impacto de las sanciones de Occidente, que originalmente parecían timoratas y que le han causado al exKGB muchos dolores de cabeza. Desde luego, si ambos países logran rearmar sus negocios en trigo y maíz los precios serán otros, sin duda.

Por último, es igualmente imaginable que la tensión entre la China "comunista" y Taiwán tendrá que resolverse de un modo u otro. El PC acaba de refrendar abiertamente el derecho de China sobre el territorio insular que le quita el sueño desde hace décadas. A criterio de los analistas más experimentados, una invasión de Beijing a Taiwán originaría inmediatamente una dura baja en Chicago.

Difícil decir de qué lado va a caer la taba, pero preocupa que se repita la historia de la Resolución 125, salvando las distancias. Complicados en defenderse de la voracidad del Estado muchos perdieron entonces buenas oportunidades de venta. En cancha embarrada sale ganando el que mantiene los ojos abiertos y se ha venido entrenado con tiempo para ese escenario, incluso consiguiendo los tapones altos que requiere la ocasión.

Todos estos acontecimientos probablemente llegaran junto con nuevas turbulencias en el plano local. Habrá que pelear en casa todo lo que la situación exija, pero con una antena extra enfocada hacia el resto del planeta granario. Es lo que hay, al menos por ahora.

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